
No todo es velocidad
El parámetro principal por el que se distinguen en los comercios y la publicidad las unidades lectoras de CD-ROM, al margen de su marca, es la velocidad de transferencia de la información. Las primeras unidades que se comercializaron hace años, -hoy piezas de museo-, tenían una velocidad de 150 Kbytes por segundo. Posteriormente, se popularizaron las unidades 2X, es decir, cuya velocidad se duplicaba, hasta alcanzar los 300 Kbytes por segundo. Y así siguieron otras de 3X y 4X (600 Kbytes por segundo), que se vendían como el no va más en 1995, hasta llegar a las unidades de 36X y 40X que conforma la oferta actual del mercado. Con estas velocidades de transferencia de la información, las unidades de CD-ROM se han acercado a las prestaciones que ofrecen en este parámetro las unidades de discos duros actuales.
Sin embargo, estas altas velocidades son más teóricas que prácticas, pues dependen de la calidad del disco y de la posición en la que se encuentran los datos en el CD. Por eso, algunos fabricantes añaden el término MAX a sus aparatos, indicando con ello que se trata de velocidades máximas.
Por otro lado, la velocidad no lo es todo en este tipo de aparatos, y esto es algo de lo que muchos usuarios informáticos y más de un técnico se olvidan. Por ejemplo, es importante distinguir el tipo de "bus" o conexión que utilizan las unidades lectoras de CD-ROM. La mayoría de ellas utilizan el interfaz IDE/ATAPI, que es común en los ordenadores de gama baja más económicos. Sin embargo, aquellos usuarios que quieran unos equipos más rápidos y fiables deberán decantarse por unidades con interfaz SCSI (igualmente recomendable para los discos duros). Esta rapidez se paga, como es lógico, con unos precios más elevados.
Al margen del tipo de conexión, también es importante considerar la velocidad con la que se accede a los datos contenidos en el CD-ROM. Aquí hay importantes diferencias entre unos equipos y otros, y este parámetro es, si cabe, de mayor importancia que el de la velocidad de transferencia, sobre todo cuando se accede a aplicaciones informáticas multimedia, con gran cantidad de archivos desperdigados por todo el disco, a los que se tiene que acceder con rapidez. Estas velocidades todavía están lejos de las que tienen los discos duros, de ahí que al final, las unidades lectoras de CD-ROM actuales presenten unos rendimientos inferiores con ellos a la hora de cargar un archivo seleccionado. Como este dato nadie se lo aprende de memoria, se debe solicitar en el establecimiento vendedor las características técnicas del aparato en cuestión, que en la mayoría de los casos suelen venir en inglés. En estos momentos, los valores promedio se sitúan en 100 milisegundos (ms), aunque hay modelos más lentos por ahí que superan los 150 milisegundos.
Otro aspecto técnico importante a considerar en la compra de una unidad lectora de CD-ROM es la memoria buffer que incorporan. La cantidad de este tipo de memoria ayuda a mejorar el rendimiento de la unidad. Hoy día la mayoría de las unidades CD-ROM incorporan 256 Kbytes de memoria buffer, aunque hay algunas baratas que incorporan 128 o 64 Kbytes. Por supuesto, este dato también debe constar en la hoja de las características técnicas del equipo.
Para los amantes de la música y de las mezclas, es ideal que la unidad lectora tenga capacidad para extracción digital de audio. Con esta posibilidad, se consigue tener archivos sonoros de calidad casi idéntica al contenido en el CD original, sin necesidad de utilizar las tarjetas de sonido para su obtención (cuya calidad a la hora de digitalizar música suele ser, en general, mediocre, salvo en los modelos para profesionales). No todos los modelos que se comercializan cuentan con esa posibilidad, así que, si se está interesado en ella, hay que informarse antes, bien por medio de las instrucciones del aparato, por medio de revistas especializadas o por las páginas Web del fabricante o de empresas especializadas en audio digital.
Una última consideración a la hora de adquirir una unidad lectora de CD es que tenga capacidad "multiread", es decir, que pueda leer discos grabables (CR-R) y regrabables (CD-RW). Al igual que en el supuesto anterior, hay que informarse bien primero antes de comprar, pues es fácil que, tarde o temprano, se tenga que utilizar esta clase de discos (prestamos de amigos, discos propios generados con una grabadora, etcétera). Y no todas las unidades que se venden en el mercado, sobre todo las más económicas, tienen esta posibilidad.